domingo, 7 de abril de 2013

¿Qué es socialismo del siglo XXI?


Hoy por hoy, unos de los temas en boga es sin duda el socialismo. Sobre todo en nuestro país, y no desde ahora sino desde que se inició la era Chávez. El Comandante en Jefe de la Revolución Bolivariana definió el rumbo de lo que es y debe ser el socialismo. No obstante, sus enemigos (y también enemigos del pueblo), los “sembradores de cizaña” de siempre han procurado y procuran aun sembrar confusión entre el pueblo distorsionando el sentido del socialismo. Un rasgo común que presentan estos ofuscadores de mal es asociar el socialismo a la pobreza, a la violencia y a hechos antidemocráticos. Nada más lejano de la verdad. Pero poseen además extraordinarios recursos para combatir el socialismo. Poseen grandes recursos financieros, grandes medios de comunicación, grandes empresas, todo ello motorizado por una avaricia desmedida enmascarada de una presunta preñez de muy buenas intenciones. Poseen también una clase política genuflexa al dios Mammon. Esa son las características de la clase dirigente capitalista venezolana.
Es de mencionar de paso que el capitalismo venezolano demostró en una época (la época pre-Chávez) que asusta recordar y que sigue demostrando aun que es mejor como empresario rapaz que como dirigente político. La dirigencia política capitalista venezolana solo ha sabido ser servicial a los intereses del Capital. Nunca a los intereses del pueblo. Los niveles de pobreza que una vez alcanzo el pueblo de Venezuela fue el indicador del nivel de riqueza extrema que logro alcanzar el capitalismo venezolano. La correlación pobreza-riqueza en Venezuela fue tan exacta como exacta es la correlación matemática del inverso proporcional. En la misma medida en que el Capital venezolano se fue engrosando, el pueblo pobre venezolano fue empobreciendo. El pueblo venezolano fue esquilmado con vigorosa exactitud.
El egoísmo capitalista también fue proporcional. Mientras el pueblo más luchaba para salir de la pobreza, el Capitalista venezolano más luchaba por impedírselo. Mientras la juventud y el trabajador venezolanos más se esforzaban por estudiar y tener salud, el capitalista más caro le cobraba. De esa manera el empresariado venezolano y su dirigencia política frenaban y controlaban al pueblo en su lucha. Pero ese control no era total. Para ellos tener el control absoluto de la población debían emplear el mecanismo de control capitalista por excelencia: LA PRIVATIZACIÓN. El capitalista venezolano que quiera subyugar a la población reacia a sus políticas “asociales” y económicas pro capitalistas inicia sin dilación un proceso privatizador. La privatización es la sutil forma capitalista de dominar. Al expropiar mediante la privatización todo lo socialmente correspondiente al pueblo no queda entonces sino una masa de esclavos predispuesta al mandato del amo, comenzando así un proceso social de adormecimiento de la conciencia colectiva del venezolano por el insufrible sopor del hambre.
Pero además todo el Capital financiero nacional venezolano “no es suficiente” para lograr la privatización. La rebatiña no comienza por casa. Y de allí el subterfugio que ellos llaman “inversión extranjera”. El mismo Capital con diferente nacionalidad pero con el mismo interés y con la misma finalidad. Como si fuesen una cofradía, una sociedad secreta internacional con los mismos procedimientos ya no tan secretos. El capitalismo venezolano sentado a la mesa convidando a todos a comer, menos a los venezolanos más necesitados. La perfecta hipocresía invisibilizada gracias a sus medios de comunicación. Todo ello además envuelto intelectualmente en una sábana mortuoria denominada “teoría económica del libre mercado”. Una figuración dantesca del verdugo ordenando a su víctima arrodillarse para recibir a la muerte es una imagen adecuada para describir lo que significa privatización. La imagen misma de la muerte social.
Pero la privatización tiene también otra finalidad: la de permitir al Capital apropiarse de toda riqueza nacional habida y por haber. Así matan dos pájaros de un tiro. Por un lado controlan y por el otro se adueñan. Pero si el capitalista se adueña de todo ¿Qué le queda al pobre? Solo el trabajo. Solo le queda trabajar. Y es allí donde el capitalista trastorna el significado del trabajo dándole el sentido en el que va el Capital. En el capitalismo el trabajo ya no es un instrumento de liberación y superación de la pobreza sino un instrumento de encadenamiento al yugo de la esclavitud. El trabajador venezolano ya no trabaja para sí, sino para el patrón, no trabaja para prosperar a si mismo sino para hacer prosperar el Capital de la empresa para la cual trabaja. Pero todos ellos cantaron la canción: “todo se derrumbó…” cuando llegó a la escena política el Comandante Chávez.
Cuando el presidente Chávez llega al ruedo político no tenía muy claro que modelo económico seguir (y nosotros tampoco, y a pesar de que muchos sabíamos del socialismo, en Venezuela se le veía como un modelo históricamente fracasado). Incluso en algún momento Chávez se inclinó por aquello perceptualmente difuso que se llamó “la tercera vía”. Fue una sugerencia de modelo económico planteado por el primer ministro inglés Tony Blair, como una vía a seguir que se ubicaba entre el capitalismo y el comunismo. Pero la Reina mando a callar a Blair, y Chávez mando a callar a la Reina, porque Chávez propuso que la vía a seguir era la vía del socialismo. Pero Chávez lanza inteligentemente, para poder franquear el obstáculo del socialismo histórico, la tesis un socialismo nuevo, el Socialismo del Siglo XXI.
En una próxima entrega hablaremos de lo que se entiende por Socialismo del Siglo XXI y su diferencia respecto al socialismo histórico.